viernes, 21 de septiembre de 2018

La sociedad en la pantalla

Cuando circulamos por una carretera cercana a una ciudad salen a nuestro encuentro carteles y vallas publicitarias. O casualidad, al menos una de ellas anuncia la nueva película de Marvel. En nuestra casa, después de una larga jornada de trabajo y estudio, estamos muy a gusto con la mantita, el Cola-Cao y el mando a distancia en la mano. Pero vaya, resulta que solo hay anuncios y adivina qué; al menos dos de los spots tienen que ver con alguna película de reciente estreno.
El cine comercial es aquel que intenta vender de cualquier forma, da igual la calidad de la película en cuestión. La (sobre e inútil) abundancia de efectos especiales, la aparición de actores famosos que arrastran a las masas enfrente de la gran pantalla y las espectaculares campañas de marketing ocultan un guión pobre y una trama aburrida que hacen pesadas el transcurso de la cinta.
El mago Gandalf, del Señor de los Anillos, es una de las
mayores personificaciones del Bien en el cine.
Pero eso es mentira. El cine comercial es un reflejo de las necesidades de la sociedad. Eso la gente lo tiene que descubrir. Y en eso se basa precisamente mi relación con este tipo de cine. Porque, sinceramente, es el cine que más consumo.
Dejando aparte mi infancia y las películas de animación (eso es otro extenso capítulo), he consumido cine comercial a base de tardes de domingo y (pocas, lo confieso) tardes de cine. He descubierto ex agentes de la CIA que se veían metidos en conspiraciones contra el presidente, superhéroes que salvaban el mundo, invasiones alienígenas, pandemias globales para las que un indefenso pero sapientísimo científico tiene el antídoto en un frasquito...
¿Qué tienen en común todas estas tramas? Que nos muestran lo más humano de los personajes, sus miedos, sus dudas, cómo piensan. El ex agente se debate entre la lealtad a su país y el verse obligado a sobrevivir; los superhéroes dudan de sí mismos y de su capacidad para salvar a la humanidad; los seres humanos intentan sobrevivir al precio que sea a la invasión y se plantean la razón de su existencia; y el científico que vive con el miedo de ser infectado no duda en poner en peligro su vida para salvar la de otros.
Por supuesto, el cine comercial plantea temas más serios y no tan ficcionales. Pero en el fondo la esencia es la misma, la que hablábamos antes: es un reflejo de las necesidades de la sociedad. De los valores que una sociedad necesita para salir adelante y no quedarse estancada. De pensamientos altruistas que las personas necesitan para cambiar el mundo a mejor.
Este soy yo
Y eso lo he ido descubriendo poco a poco, a cada película que veía. Y lo notaba en cada una de ellas, ya fuera en pelis de tan distinta temática y tan separadas en el tiempo como la saga Star Wars o la trilogía del Señor de los Anillos. Sí tan distintas, pero a la vez tan iguales.
Por supuesto, siempre nos pueden colar alguna cosa extraña que no tiene ni pies ni cabeza (por ejemplo, eso del "remake", u homenaje, o... cosa extraña de Predator... un crítico de un periódico inglés dijo que era la segunda vez que se salía del cine).
Cada persona debe dejar atrás los prejuicios que conlleva el cine comercial y descubrir la maravilla y las buenas enseñanzas que transmite la gran pantalla.
Miguel Zabalegui

Mi piedra filosofal

Mi madre siempre cuenta que, cuando apenas tenía dos años (año 2001), me llevaron a ver, en un pequeño cine del centro de Logroño, Harry Potter y la piedra filosofal. Esta, no solo se trataba de la primera entrega de la saga que conquistaría al mundo, sino que también fue la primera película que vi en una sala de cine.
Mi madre siempre cuenta que ese día mi comportamiento fue impecable, que me quedé sentada y callada durante los 142 minutos de película, atenta e hipnotizada por la gran pantalla. 
Quién me iba a decir a mí, más de dieciséis años después, que mi andadura en el mundo del cine empezaría con un film de la super productora Warner Bross Pictures, y que ese sería también el punto de partida para explicar el porqué de mi interés por enrolarme en un proyecto que tiene que ver con el cine en general, y el comercial en particular. 

Pero debería hacer una confesión previa. Aunque sí continué mi andadura por las películas inspiradas en las también exitosísimas novelas de J. K. Rowling, no puedo decir lo mismo de sagas súper taquilleras como Star Wars, Star Trek o la serie Marvel. Aun así, no creo que el contenido de este blog se vea por ello puesto en peligro, pues cuento con unos compañeros maravillosos, a la par que, siempre dicho desde el cariño, tremendamente frikis. 

El cine, el séptimo arte, es parte indudable de nuestras vidas. Cuando el 28 de diciembre de 1895 los hermanos Lumiere proyectaron públicamente la salida de obreros de una fábrica francesa en Lyon, jamás hubiesen imaginado hasta qué lugares insospechados lograría llegar y nos lograría llevar su insólito invento.


Salida de obreros de una fábrica francesa en Lyon (Hermanos Lumiere, 1895)

El cine gusta a personas de todas las edades, niños y ancianos, es una vía de conexión con los demás y de encuentro con uno mismo. Mi relación con el cine no es teórica ni profesional, más allá de mis obsesiones por aprenderme nombres de actores, ver filmografías completas de directores o conocer los términos técnicos básicos, mi relación con el cine es pasional y tremendamente irracional. Para mí, no existe mejor plan que encerrarme sola (como mejor lo disfruto) en casa, frente a mi ordenador, pasando horas aumentando la lista de películas vistas e historias descubiertas.

Aunque mi tendencia habitual es optar por un cine más independiente, no cabe restar importancia al cine comercial, a su calidad y proyección internacional, pero también a aquello que refleja y puede enseñarnos, aunque no sea obvio a simple vista. 
El cine comercial se basa en un principio fundamentalmente económico: las grandes compañías solo invierten en la producción de una película o saga si los resultados se preveen como buenos. Por eso, el contenido que muestre un film comercial estará perfectamente medido y estudiado para que se convierta en todo un éxito.
Esta es la esencia de su a veces no palpable influencia y de cómo nuestra vida cotidiana y nuestra sociedad viven en una retroalimentación constante con el contenido de esas producciones. El cine comercial marca patrones de comportamiento a nivel internacional, nos indica, de forma sutil, cómo debemos comportarnos, cómo debemos vivir, nos enseña historia y modales, nos habla de culturas que jamás hemos conocido... y nosotros siempre confiamos en su veracidad y su inocencia. Ha este fenómeno se le conoce como imperialismo cultural. En la actualidad, "Hollywood produce y distribuye el 90% del cine que se exhibe en el mundo".
El cine comercial, del mismo moda, busca gustar, por lo que siempre tratará de adaptarse, en la medida de lo posible, a la evolución de su público.
El cine comercial es, qué duda cabe, una magnífica herramienta de entretenimiento y aprendizaje, pero además, si se consume desde una perspectiva analísitca y algo crítica, nos puede aportar mucho más que una simple historia, por muy bien que esta esté contada.
 
(Desconozco la autoría de la imagen, si el propietario la identificase, póngase en contacto y se le citará).

Desde aquí, trataré, como lo harán mis compañeros, de hablar, siempre desde el más enorme de los cariños y todo el respeto posible, del cine comercial, de súper producciones (casi siempre estadounidenses) venidas de la mano de grandes productoras como Walt Disney Studios, Universal Pictures o 20th Century Fox, entre otras muchas. Trataré de hablar sobre películas concretas, directores y actores americanos, europeos e incluso asiáticos, sobre sus historias, su enorme trabajo y sobre lo bueno, aunque sin dejar de lado lo malo.

¡Nos vemos en las salas de cine!

Lydia Mangado González


Esta soy yo

jueves, 20 de septiembre de 2018

Hablando piedras

Habrá sido el año 99, cuando tenía 3 años y no me podía quedar quieto, era la casa de mis abuelos, por lo que pasaba corriendo por toda partes, dentro y fuera de la casa, hasta que empezó a llover por lo que me prohibieron salir al patio, en eso mi familia puso en el VHS una película que eventualmente se convertiría en mi película favorita: The Empire Strikes Back, no la vi completamente, era muy pequeño y no me dejaban, pero recuerdo que veía a escondidas, de reojo todo lo que pasaba y me parecía surrealista, sin embargo no fue hasta 2002, cuando tenía 5 años que vi la primera película en el cine que influyo en mí, Star Wars: El Ataque de los Clones (sí, la que en mi opinión es la peor entrega de la saga, fue la película que me volvió loco por el cine, y el que diga que la peor entrega es La Amenaza Fantasma, que se dé conmigo). Pero, como dice Charly García, poco a poco fui creciendo, y este afán por el cine crecía conmigo. Hasta el día de hoy me alucina la creación que implica el cine, ¿a quién no le gustaría estar en una misión con James Bond o viajar por el tiempo con el Doc Brown? El hecho de que el cine cree mundos en los que nos podamos meter y disfrutar de ellos, o dé vida a personajes tan increíbles que uno de niño solo quería ser como ellos (bueno seamos honestos, hasta el día de hoy quiero ser Indiana Jones, hay cosas que nunca cambian) es lo que lo hace tan especial. El punto es el siguiente, amo el cine porque más que un arte y una forma de entretenimiento, es un refugio, un lugar al que puedo ir cuando el mundo real es agobiante y ahí me siento seguro. No soy un experto en cine, estoy muy muy lejos de eso, y no voy a fingir serlo, es mas hace unos meses un amigo me pegó en la cara cuando le propuse ver La Momia…3 (qué puedo decir, esa película y las dos anteriores son un placer culposo), por lo que solo soy alguien que le gusta hablar de este tema, y le gusta aprender de este tema, así que bienvenidos y disfruten. 

(Yo soy este man)



Solo En Casa

Hace no tanto tiempo, en una ciudad no tan lejana, descubrí el séptimo arte. El arte, desde tiempos ancestrales, se ha dividido en seis ramas: arquitectura, pintura, escultura, danza, música (que incluye el teatro) y declamación (que incluye la oratoria y la poesía). Durante el siglo XX apareció el cine, combinando varios de los artes nombrados previamente, creando un nuevo mundo de posibilidades.  Así, nació el concepto del cine, aunque no sería hasta más tarde, en 1930, que en Estados Unidos aparecería el cine sonoro y se crearía el termino audiovisual. De esta manera el cine comenzaría a crecer en popularidad hasta convertirse en algo común, presente en la vida de muchos y al alcance de todos y recibiría el termino de séptimo arte.

Estaba solo en casa, tendría alrededor de cinco o seis años, a falta de algo mejor que hacer me dispuse a examinar los DVDs (tecnología punta, hasta que llegó el streaming online). Entre las varias películas que tenía a mi disposición, me llamó la atención El Señor de los Anillos: Las Dos Torres. Traté de hacer palomitas, pero resulta que abrir el sobre de palomitas y meter el maíz dentro del microondas no es el método más eficaz. Una vez que comenzó la película no me enteré de un torrao..No había visto La Comunidad del Anillo, así que tuve que crear mi propia interpretación de los hechos que precedían este filme. Tenía muchas preguntas ¿Por qué un tío bajito con un hacha, un hombre con espada y una barbie no paraban de correr?¿Por qué había dos niños con un grupo de gitanos feos y mugrientos?¿Por qué otros dos niños maltrataban a otro niño con un cabezón inmenso y que iba en taparrabos? En fin, poco a poco me fui enterando del asunto y disfrute como un enano hasta el final de la película. Una vez acabada la película me decidí a ver la Comunidad del Anillo (el orden está para saltárselo) con lo que termine de enterarme de la historia. Este fue mi primer contacto real con el cine. Por supuesto que había visto otras muchas películas más antes, pero ninguna despertó tantos sentimientos como El Señor de los Anillos. De ahí en adelante empece a interesarme por el cine y descubrí Star Wars, que sigue siendo a día de hoy mi saga favorita. Poco a poco me fui adentrando dentro de ese coloso mundo que es el cine y descubrí que este arte era mucho más que puro entretenimiento. Comencé a prestar atención a las bandas sonoras, a fijarme en la fotografía y la paleta de colores, a analizar los diálogos, a buscar mensajes implícitos, a fijarme en las actuaciones y tratar de descifrar lo que el director trataba de transmitir a lo largo de la cinta.

El cine ha ido despertando un gran interés en mi, y parece que este interés solo ira in crescendo, así que probablemente vaya a estar un buen tiempo dando guerra por aquí.

Fernando Palau Munar


Este soy yo.