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| Freddy Mercury, todavía sin gomina |
Estos suelen ser los ingredientes necesarios para que una película sin un guión excelente, ni actuación soberbia o dirección magnífica triunfe. Normalmente suelen tener acción a raudales y estar llenas de "efectos despreciables". Pero, en este caso, la película que presento, a pesar de compartir algunos de los rasgos anteriormente mencionados, sí se sale de los cánones que hemos marcado. Hablamos, ni más ni menos, de Bohemian Rapsody.
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| Queen, en uno de sus conciertos |
Sin embargo, lo que le añade valor a la película son varios factores. En primer lugar, y el que todo el mundo ha destacado, es la gran actuación de Rami Malek (conocido por sus trabajos en Mr. Robot o como faraón Ahkmenrah en Noche en el Museo). Necesaria, ya que gran parte de la película gira en torno al personaje de Freddy Mercury; su conflictiva personalidad, sumado a su singular comportamiento encima del escenario y a su (verdadera, falsa, hipotética...) homosexualidad hacen de él un personaje difícil de interpretar.
En segundo lugar, al tratarse de una película basada en hechos reales, no precisa de efectos especiales, pero sí que merece una especial atención la ambientación, en este caso la de las décadas setenta, ochenta y noventa. Por cierto, mención especial a la caracterización de los actores. Si hay algo difícil en imitar a alguien conocido, eso es su aspecto. En este caso lo han logrado sobremanera. Y, en tercer lugar, el guión no es chapucero, sino que Anthony McCarten ha elaborado un guión muy sólido y muy creíble en cuanto a la historia de Feddy Mercury y de Queen se refiere.
Igual es verdad que no es la mejor película de la historia. Igual no es el estreno más esperado del año. Pero, como este espacio es mío, me gusta y me hacía ilusión ver la película, este es el acontecimiento más destacado en el cine de 2018.
Sin discusión.


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